sábado, 20 de julio de 2019

ENTRE LA ÉTICA Y LA ESTÉTICA... OPTO POR LA IDEOLOGÍA.

De las relaciones entre ética y estética, destaca la que realizó Ludwig Wittgenstein (1889-1951), quien aducía que "ética y estética son lo mismo". No obstante, si quisiéramos distinguir ambos términos, separarlos, podríamos señalar que mientras que la estética tiene como objeto de estudio la esencia y la percepción de la belleza como forma de aproximarse al arte, lo ético pretende estudiar la moral y la acción de los seres humanos. Esta podría ser una definición bastante correcta de lo que significan ambos términos, si bien, en el momento en el que lo ideológico toma parte, pasamos a observar como lo que es moralmente aceptable para unos, puede no serlo para otros.

Pero esta relación no se queda ahí, ya que cuando lo mediático toma partido, el sentimiento popular tiende a convertirse en una suerte de termómetro, o canon estético que acaba determinando qué es ético y qué no en base a la opinión pública. De esta forma, lo ideológico termina pasando no ya a un segundo plano sino prácticamente inadvertido.

Para paliar esta deriva mediática de lo ético, la necesidad de unos fuertes cimientos ideológicos se vuelve fundamental, de forma que éstos sean capaces de rechazar lo que es bueno (o moralmente aceptable) o no según la opinión pública que, como diría Gramsci (1891-1937) en la mayoría de los casos no deja de ser el sentido común de la clase dominante.

La vinculación entre sentido común de la clase dominante y lo mediático, en pleno siglo XXI, es más que evidente, dado que lo segundo suele ser una herramienta de difusión de lo primero, luego, como primera opción nunca está de más desconfiar de lo mediático, no porque el término pueda resultar peyorativo, sino porque esconde una cuestión de clase.

Decía que la estética tiene como objeto de estudio la esencia y la percepción de la belleza como forma de aproximarse al arte, lo que nos lleva a preguntarnos qué es bello y qué no y qué relación mantiene lo bello con lo ético. Ya en la Grecia Clásica, Platón establece una relación entre lo bello y lo bueno, lo cual pertenece a una idea esteticista de lo bueno, según la cual, a partir de lo bello se nos acerca lo bueno. Esto que parece un trabalenguas, se observa no ya en el siglo V-IV a.C. sino también en la actualidad donde la imagen y la publicidad acuden sistemáticamente a lo bello para ofrecernos lo supuestamente bueno, esteciticismo que hace que en ocasiones lleguemos a preocuparnos más por lo primero que por lo segundo. Para los griegos del siglo V a.C., lo bello y por ende lo bueno, era lo que se ajustaba a su canon de belleza. En el siglo XXI ocurre lo mismo, solo que el canon de belleza ya no es ese de los rasgos simétricos y ocho cabezas por cuerpo (en cuanto al tamaño) sino, como se ha señalado antes, el sentido común de la clase dominante.

Tener en cuenta esto, es fundamental para entender que sin una firme base ideológica que nos lleve al fortalecimiento continuo de la conciencia de clase, tenderemos a asimilar que lo bello, y por tanto lo bueno, es lo que es bello y bueno para la clase capitalista.

Romper estas amarras es complicado si no se ejercita la conciencia de clase y para ello, es necesario ponerse frente al espejo y cabalgar las continuas contradicciones a las que nos somete el capitalismo, pues manipula constantemente nuestro raciocinio haciéndonos dudar de nosotros mismos y de qué somos, más aún en el espíritu de época posmoderno que nos ha tocado vivir.

Así pues, en la lucha de clases en las que estamos inmersos, no viene mal repasar las palabras de Lenin (1870-1924): 

"Nosotros negamos toda esta moralidad tomada de concepciones al margen de la naturaleza humana, al margen de las clases. Decimos que eso es engañar, embaucar a los obreros y campesinos y nublar sus cerebros, en provecho de los terratenientes y capitalistas.

Decimos que nuestra moral está enteramente subordinada a los intereses de la lucha de clases del proletariado. Nuestra ética tiene por punto de partida tos intereses de la lucha de clases del proletariado". 

Resulta fundamental tener esto claro, ya que de este modo, ni siquiera será necesario cabalgar ciertas contradicciones pues no las hallaremos. No nos importará que la opinión pública no termine de entender ciertas de nuestras posiciones políticas, o puede que nos importe pero seremos capaces de asumir esa disonancia, ya que seremos conscientes de que la ética de la masa popular estará subordinada al sentido común de la clase dominante mientras que la nuestra lo estará a la lucha de clases y será nuestra labor hacerla hegemónica dando la batalla de las ideas. Es decir, estaremos poniendo en el centro del tablero de juego, lo ideológico, rompiendo de esta forma las reglas con las que pretenden marearnos hasta la pérdida de conciencia.

Puede que algunos quieran interpretar lo expuesto como esa típica y tópica supremacía moral de la izquierda que se aleja de la mayoría social pues no es capaz de bajar a lo terrenal de su realidad, sus problemáticas y sus condiciones materiales de vida, pero ¿no es acaso ese mantra de "supremacía moral de la izquierda" fruto del sentido común dominante? ¿no pretende la repetición del mismo que sea la mayoría social la que vea con recelo y animadversión esa supuesta prepotencia de la izquierda? No se equivoquen, todo lo expuesto no es más que una advertencia ante la debilidad ideológica en la que nos encontramos sumidos, ausentes de lo que en términos marxistas es la conciencia de clase para sí. Es decir, no sólo basta con asumir que pertenecemos a una clase social, sino que es necesario asimilar que en la lucha de clases, la nuestra, la clase trabajadora se encuentra en continua pugna con el capitalismo, el cual, a riesgo de ser reiterativo, utiliza los mecanismos a su alcance para desviarnos de esa toma de conciencia, con la ética dominante sustentada y difundida por lo mediático como elemento fundamental.

Fíjense si la intención no es mostrar esa "superioridad moral", que resulta innegable que algunas organizaciones políticas del ámbito de izquierdas, o al menos parte de su militancia, también se vean imbuidas por lo estético y lo mediático antes que por lo ideológico. Es más, el que escribe también se ha sentido tentado en alguna ocasión, cayendo incluso en ella. Esto repercute directamente en que, en ocasiones, pueda darse una supeditación de lo orgánico a lo mediático dentro de estas organizaciones, ya que también la forma organizativa se ve en un segundo plano frente a la deriva comunicativa. Prima comunicar aquello que se entiende en la línea de lo que opina esa masa social, es decir, los supuestos "aciertos estéticos", antes que mantener una organicidad que debiera ser el eje principal de toda su acción política y social.

Tener todo esto claro, y ser consciente de ello nos permitirá tomar partido con determinación ante situaciones adversas y comprometidas, dejando de un lado no sólo la neutralidad, sino también la mimetización con la ideología que oprime a la clase trabajadora pues no nos importará "mancharnos". 

Decía Gabriel Celaya (1911-1991) en "La poesía es un arma cargada de futuro": 

“Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”

El verso de Celaya es esclarecedor, pues de lo que se trata es de mancharse, ya que difícilmente podremos construir un futuro sin hacerlo. No es falso que el futuro se construye, eso es axiomático. Pero ese no es el único axioma, pues también es seguro que no lo hará, quien no se manche. Y aquí, manchado, te tiendo mis sucias manos... 



viernes, 19 de abril de 2019

¿SEMANA SANTA PARA TODOS?


Soy ateo. El motivo principal es una cuestión de fe. No participo de la creencia de una deidad (o deidades) creadora, omnipotente, omnipresente... pero eso nunca me ha llevado a menospreciar, descalificar o no respetar a aquellas personas que sí disfrutan de esa fe, simplemente me guío por otros criterios.

Que sea ateo, no implica que no haya llegado a ser partícipe y siga siéndolo de celebraciones propias de las religiones. He felicitado el Ramadán, las Fiestas Navideñas y cómo no, he ido a bodas, bautizos y comuniones celebradas en Iglesias.

Siempre me han gustado las Iglesias. ¿A quién no? ¿Quien no se ha estremecido estos días al ver arder Notre Dame de París? ¿Quién no disfrutó con la lectura de Los Pilares de la Tierra?...y sobre todo ¿qué persona que participe de la política en alguna de sus múltiples y demócratas formas no tiene cierto regusto por la Ekklesía (de donde deriva el término Iglesia) que no era sino la principal asamblea de la democracia ateniense en la Grecia clásica, instaurada por Solón allá por el 594 a.C. con carácter popular?

También estudié Historia (y sigo haciéndolo más allá de lo académico) y resulta evidente que no podemos obviar la importancia de las religiones en el desarrollo de nuestra historia, así como que hoy, al igual que la Ekklesía, la religión también tiene carácter popular y de ella participan miles de personas en nuestra ciudad, y como tal, no sólo hay que respetarla sino también comprenderla, aunque como digo, no se comparta.

Como licenciado en Historia también es de recibo señalar que ese carácter popular que puedan tener hoy expresiones religiosas como la Semana Santa, lo tienen en gran medida por imposición, ya que no hay que olvidar que fue el Franquismo quien potenció la participación en la misma (así como su militarización) pues incluso se pagaba a hombres de trono para poder procesionar las distintas imágenes. En Málaga fueron muchos los estibadores que ganaban un salario realizando esta labor. Otros sacaban las imágenes para poder de esta forma "limpiar su imagen de rojo, sindicalista, obrerista..." ya saben de lo que hablo.

Por ir centrando la cuestión, las religiones, por necesidad de expresión, para comunicar visualmente su mensaje, pero también por cuestiones identitarias, han dejado grandes obras de arte, y el arte está por encima de la creencia en cualquier religión, o al menos así lo entiendo yo. ¿Se imaginan a una cristiana que no disfrutase de la belleza de la Gran Mezquita de Surabaya en Indonesia, a un musulmán no hacerlo en la Capilla Sixtina o a ambos no quedarse asombrados ante la majestuosidad del templo budista de Angkor Wat? Por suerte Stendhal y su síndrome son demasiado poderosos.

El arte, sacro en este caso, también se encuentra en Málaga y su Semana Santa. Málaga, "la Ciudad de los Museos" como quiere que se la conozca el Partido Popular, tiene junto a uno de los más característicos, el Museo Picasso, una pequeña plaza dedicada a Jesús Castellanos, cuyos diseños artísticos se pasean por el recorrido oficial de nuestra Semana Santa, destacando sobremanera el Trono de la Virgen de Dolores del Puente del que era cofrade.

Escultores como Juan Manuel Miñarro también nos han dejado grandes tallas como el Cristo de la Redención de la Cofradía de Dolores de San Juan o el Cristo de la Puente Cedrón. Conocidísimas tallas son también las de Jesús Cautivo y Jesús de la Sentencia del imaginero José Gabriel Martín Simón, las cuales procesionan cada año, si la lluvia lo permite, los Lunes y Martes Santos respectivamente. En Málaga sobran las palabras para referirse a ellas.



Otro imaginero como Francisco Palma Burgos nos dejó obras de arte tan bellas y conocidas como el Cristo de la Buena Muerte (Mena) o el Trono procesional de Nuestro Padre Jesús de la Columna (Gitanos) entre muchas más. No en vano, Palma Burgos fue alumno de Mariano Benlliure quien es considerado el último gran artista del realismo decimonónico, autor de infinidad de obras pero que en Málaga es muy conocido por su talla del  Nazareno del Paso o también por el monumento al Marqués de Larios y su Alegoría al Trabajo.



Estandartes pintados por Antonio Montiel, Celia Berrocal, Revello de Toro, Joaquín Salcedo y un sin fin de artistas de renombre también procesionan año tras años por Málaga y en años venideros seguramente podremos ver cómo artistas como Raúl Berzosa o Juan Vega Ortega amplían ese patrimonio, el cual, por supuesto también incluye la labor de mujeres y hombres que dedican su tiempo y esfuerzo al bordado, orfebrería, floristas y un largo etcétera de trabajo artesanal.

Expongo esto para dejar claro que en Málaga, como en otras ciudades, la Semana Santa, más allá de su faceta religiosa y de Pasión, también es arte, y el arte como elemento indispensable de la cultura debe estar al alcance de todos y todas, de los más pudientes y de los más humildes. Es más, sobre todo de los más humildes.

La Constitución Española, esa que los "constitucionalistas del PP" consideran sacrosanta es muy clara al respecto en su artículo 44.1: "Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho".

Por su parte, la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, en su artículo 27.1 es igualmente tajante: "Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten".

Pero el Partido Popular tiende a interpretar nuestra Constitución y los Derechos Humanos de una forma muy particular, concretamente de la forma que más interesa a las clases altas, o dicho de otra forma, de la forma más perjudicial para las clases populares.

La eliminación de la esencia de la conocida en Málaga como "Tribuna de los Pobres" era el adelanto de la atrocidad que ha supuesto la colocación de unas vallas que han escenificado que al igual que hay dos Málagas en las que la desigualdad es enorme, también hay dos Semanas Santas. Convertir la Semana Santa en un bien de consumo hace de De la Torre y los suyos una alegoría de aquellos "mercaderes del Templo" que según todos los Evangelios fueron expulsados por Jesús. Quizá termine siendo una parábola para entender cómo el Partido Popular acabó siendo expulsado de la Casona del Parque.

En la Semana Santa de Málaga tienen más movimiento las imágenes de los Cristos y Vírgenes procesionando por Calle Larios que las imágenes de cientos de malagueños y malagueñas que contemplan estáticos, cual tallas de madera, como tras las vallas están los otros, los que disfrutan de una "devoción de alto standing" por poder pagarlo. Estas imágenes pasarán a la hemeroteca de clase de un Partido Popular que sencillamente ha hecho de la Semana Santa un parque temático donde hay quien se queda fuera y quien puede permitirse su "pase VIP" (Visión Impoluta Procesional) para disfrutar apasionadamente del espectáculo.



Como digo soy ateo, pero al parecer respeto más la Semana Santa de Málaga que un alcalde segregador como De la Torre que permite semejante tropelía. La razón es muy simple, la Semana Santa, sin su gente, sin sus promesas, sin sus penitentes, sin sus malagueños y malagueñas no es nada, y es precisamente a esos malagueños y malagueñas a los que De la Torre falta el respeto... al fin y al cabo no son de los suyos.

Decían, "vendrán los comunistas y os quitarán las casas"... y lo que llegó fue el Capital con traje de banquero ejecutando desahucios a miles de familias.

Decían, "vendrán los comunistas y os quitarán la Semana Santa" y lo que llegó fue el Partido Popular de Francisco de la Torre.

Quizá tras el bochornoso espectáculo que estamos viviendo a lo largo de esta Semana, el domingo también resucite la conciencia de clase.

Por último, hoy viernes, si la lluvia lo respeta y las vallas lo permiten, disfruten de los mil y un detalles del  "Apocalíptico" Trono del Cristo de la Redención de Dolores de San Juan porque es una maravilla. Puro arte.