domingo, 26 de abril de 2020

CACEROLADAS COMO EXPRESIÓN DE CLASE




Fue en 2015 cuando eldiario.es publicaba unas declaraciones de la médico cordobesa Victoria López  con las que se ponía de manifiesto, con una sola frase, una realidad que resulta evidente en las grandes ciudades: "cuando hablamos de salud, es más importante el código postal que el código genético"

Señalar esta realidad resulta útil para mostrar las desigualdades que encontramos en las grandes ciudades, como por ejemplo Málaga. Y es que dependiendo del barrio en el que se viva, la esperanza de vida puede tener una diferencia de hasta varios años, como indicaba el OMAU (Observatorio de Medio Ambiente Urbano) en marzo de 2019.

Según este informe, en la capital de la Costa del Sol, podíamos ver cómo los vecinos y vecinas de algunos barrios, tenían una esperanza de vida muy distinta a la de los vecinos de otros barrios de Málaga, así, en La Malagueta-Limonar, esta esperanza se situaba en 84'4 años, mientras que en Campanillas-Puerto de la Torre, lo hacía en 78'6 años. 

Y es que la "salud colectiva" de una ciudad, puede tener múltiples factores, como son los medio ambientales, sociales y económicos. En estos, podemos destacar cuestiones como la tipología de la vivienda, la tasa de desempleo, los metros cuadrados de zonas verdes por habitante y cómo no, la renta disponible.

Podemos observar, cómo según el Observatorio, la renta disponible en La Malagueta-Limonar, es de 36.001€ mientras que la de Campanillas-Puerto de la Torre es de 15.980€, menos de la mitad. Así pues, encontramos una Málaga altamente desigual, donde otros barrios como Cerrado Calderón, Centro Histórico o Pedregalejo, tienen unos niveles de renta mucho más altos que por ejemplo Vistafranca, La Roca, Palma-Palmilla, etc, y cómo esta desigualdad que muestra el OMAU afecta de forma directa a la salud, y también a la mortalidad, como señala el  mapa de "razones de mortalidad por secciones censales" de la Junta de Andalucía.

Obviamente, lo que se puede observar es una cuestión de clase, como también lo son las cada vez más habituales caceroladas. Ayer, se produjo la enésima cacerolada pidiendo la dimisión del Ejecutivo por su supuesta mala gestión de la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, y lo hacía con el lema "por una España libre de mordazas" que deja pocas dudas de quienes podían estar detrás de la misma. No deja de ser curioso, cómo esta cacerolada se dejó oir en unos barrios más que en otros, como apunta un artículo del Diario SUR

En este artículo, se señala que fue en los barrios de Centro, La Malagueta, Cerrado Calderón y El Limonar, en los que más  y mejor se dejó escuchar esta cacerolada. Es decir, la cacerolada contra el gobierno, se produce con mayor intensidad en los barrios de la ciudad que tienen una renta disponible más alta, lo que no es una cuestión baladí, pues la desigualdad va por barrios y la conciencia de clase también. 

En esta "guerra de balcones", vemos cómo en barrios obreros puede llegar a escucharse el "Bella Ciao" (en C/ Góngora del barrio de El Bulto) como recoge el mismo artículo o por otro lado gritos de "Sánchez dimisión" en barrios de renta alta. Y esto pone sobre la mesa una de las preguntas que más estamos escuchando en los últimos días: ¿la España que saldrá de la pandemia estará más unida o más dividida?. 

En mi opinión lo hará con menos caretas pues muchas se están cayendo a lo largo de todo este proceso. Desde las caretas de representantes políticos como Abascal o Casado, que están realizando un política de acoso y derribo al gobierno, a las caretas de los vecinos que actúan como vigilantes desde sus balcones. Y esa España con mascarillas pero sin máscaras pondrá de manifiesto (una vez más) que la clase social importa y nos diferencia. Aquellos de rentas altas, defenderán sus intereses de clase, y lo harán unidos, de eso no hay duda. Aquellos con la esperanza de vida más baja debieran hacer lo mismo.

La situación que vivimos no tiene precedentes en nuestra historia reciente, como tampoco lo tiene las medidas sociales que están aplicándose desde el gobierno de coalición progresista (Unidas Podemos-PSOE) para tratar de impedir que nadie se quede atrás. Un gobierno, que a diferencia de los anteriores y de los que gestionaron otras crisis, como la de 2008, se posiciona con esa mayoría social con renta y esperanza de vida más baja, con la mayoría social del "Bella Ciao", frente a la que defiende una oposición reaccionaria e inútil, la de las rentas y esperanza de vida más altas y el "Sánchez dimisión".

Tras esta pandemia, no espero que España salga más unida, pues la clase dominante, la élite económica, velará por sus intereses como ha hecho siempre, y lo harán a toque de corneta si fuese necesario. Lo que sí espero es que sea la clase a la que pertenezco, la clase trabajadora, la que sí lo haga pues nos va la esperanza, la renta y la vida en ello.


lunes, 6 de abril de 2020

EL MAL DE LA IRREALIDAD

Vivimos uno de los momentos más complejos de nuestra historia reciente, quizá el que más. Al menos, de lo que no hay duda es de que no recordamos una situación que pueda equiparase a esta debido a su excepcionalidad. La emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, más conocido como coronavirus, ha situado a nuestro país en una situación extremadamente delicada. 

En primer lugar, en el momento de escribir estas líneas, según los datos que ofrece Centro de Ciencias e Ingeniería de Sistemas (CSSE- por sus siglas en inglés) de la Universidad Johns Hopkins, el número de fallecidos por causa de este virus en nuestro país es de 13.341, mientras que el número de casos de personas contagiadas asciende a 136.675. 

En segundo lugar, a nadie se le escapa que las consecuencias económicas serán realmente profundas, y que el grado de esa profundidad, dependerá mucho, de la política económica internacional que los distintos países decidan aplicar. No en vano, no podemos olvidar que vivimos en un mundo globalizado, hiperconectado y en el que el mercado-mundo es una realidad. En la situación de España, resulta indiscutible que tras la pérdida de soberanía nacional, entregada a estructuras supranacionales como la Unión Europea, las medidas que finalmente se decidan ejecutar en Bruselas, condicionarán en gran medida nuestro futuro. De momento parece que Alemania y Países Bajos sólo están velando por sus intereses nacionales (y de sus élites), mostrándose no sólo insolidarios sino además irresponsables, ya que si bien en primer grado, pueden salir menos perjudicados que los países de la cuenca mediterránea, los conocidos como PIGS, es decir, Portugal, Italia, Grecia y España, a medio plazo, esa globalización difícilmente les hará salir indemnes del futuro económico que se vislumbra tras la pandemia si se sigue aplicando la lógica neoliberal.

Por último y en tercer lugar, también estamos ante una crisis social, que si bien se está vislumbrando, aumentará en breve, especialmente en España, un país donde ésta ya está presente y el espectro político de la derecha y ultraderecha está usando esta crisis para minar la confianza de la mayoría social en el gobierno de coalición progresista entre Unidas Podemos y PSOE, aplicando una línea política tendente al sabotaje y al guerracivilismo.

Obviamente, estamos hablando de una pandemia, que como su propio nombre indica, es una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países, concretamente 184 según la misma fuente y momento (CSSE). Estamos viendo cómo los distintos gobiernos están afrontando la lucha contra el COVID-19 de distintas forma. Mientras que países como el nuestro, España, está tomando medidas audaces, con enfoques innovadores y decisiones valientes, tal y como comentaba Hans Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, otros en cambio, están apostando por primar la economía por encima de la vida de sus compatriotas. Conocidos son los casos del Reino Unido, cuyo viraje respecto a las primeras semanas, se debe a la evidencia de lo que podía suponer seguir por ese rumbo, o EE.UU. cuyo presidente, Donald Trump, sigue empecinado en no "cerrar" la economía de su país, aduciendo que si el número de fallecidos tras la crisis asciende a 100.000-200.000 personas, habrán hecho un buen trabajo. Alucinante pero cierto, esto que escribo no es un "fake", es la realidad.

Y es que tener que discernir entre lo real y la irrealidad se está volviendo en una epidemia capaz de causar daños devastadores y acrecentar las consecuencias del COVID-19. Unas líneas más arriba comentaba que el espectro político de la derecha y ultraderecha de nuestro país, está haciendo un uso político de esta emergencia sanitaria, no para solucionar problemas, sino para poner palos en las ruedas, y si pudiesen, en la cabeza de algún miembro del gobierno. Mientras en Portugal, nuestro país vecino, encontramos al líder de la oposición (el derechista Rui Rio), al dirigirse al presidente socialista Antonio Costa, pronunciar  las siguientes palabras: "Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. Todo lo que nosotros podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es la nuestra", por desgracia, en España lo que encontramos es a una oposición que duda si apoyar la ampliación del Estado de Alarma, como el Partido Popular, eso sí, mientras aporta como soluciones banderas a media asta y monumentos, o que en el peor de los casos anuncia que no lo va a hacer y además pide la dimisión del gobierno como en el caso de Vox. Pero eso no es todo.

Esta política de desgaste de PP y Vox, utiliza la peor de las "herramientas", la irrealidad. Y es la peor porque no sólo ataca al gobierno de la nación, sino al entendimiento de la ciudadanía. La cantidad de "fake news", de bulos, de mentiras que promueven es absolutamente escandalosa, de hecho, el pasado domingo, el Comité Técnico del Coronavirus anunció en rueda de prensa que se habían detectado más de 1.500.000 de cuentas falsas en redes sociales creadas con el único objetivo de desinformar e intoxicar. Son muchos los bulos que están circulando, pero creo que lo importante, no es la cantidad sino la finalidad de los mismos.



Y esta finalidad propagandística, no es otra que la tergiversación del conocimiento para dañarlo y poner en tela de juicio la propia realidad. Y esto, y hay que decirlo, es una de las características propias del fascismo. Sustituir la razón por el miedo y la rabia, generando desconfianza en la población y señalando como responsables de lo que ocurre a quienes se difama. Destruir la información. Acusar a los medios de comunicación de mentir, o de estar "comprados" por el gobierno, suele ser habitual en esta táctica de irrealidad. Aunque desde un punto de vista lógico, sea absurdo que los medios de comunicación vayan a "echar un cable" a un gobierno en el que se encuentre Unidas Podemos, coalición que ha sido denostada por los mismos desde su nacimiento.

Esta propaganda irreal de corte fascista, tiene como finalidad, ocultar el verdadero objetivo de los que la difunden, que no es otro que, como decía anteriormente desgastar al gobierno de coalición progresista de Unidas Podemos y PSOE con el fin de tomarlo. Y probablemente, el concepto de libertad que habita en las democracias burguesas, es lo que les allana el camino, ya que acogiéndose a ella, pareciera que pudiesen decir lo que les plazca, aunque sea falso. Al fin y al cabo, Joseph Goebbles, ministro de Propaganda nazi, afirmó en una ocasión: "Unas de las mayores bromas de la democracia siempre será que les dio a sus más acérrimos enemigos los medios necesarios para destruirla". Si se sigue dando rienda suelta a la irrealidad, y no se combate, la realidad será absolutamente insoportable.

Y el combate a la irrealidad, no sólo reside en no difundirla, sino en ser, pese a que a algunos les pese, constitucionalista, pues la Constitución Española, es muy clara al respecto, ya que en el apartado D del artículo 20.1 dice lo siguiente al referirse al derecho de libertad de expresión: "A comunicar o recibir información veraz por cualquier medio de difusión.

Así pues, ante la desinformación, los bulos, la intoxicación y las mentiras de la derecha y la ultraderecha, parapétense en la razón, el conocimiento y la ciencia, porque el coronavirus, no es la única epidemia contra la que debemos luchar. Adquieran el hábito de Machado y distingan las voces de los ecos.

#EsteVirusLoParamosUnidos