jueves, 16 de noviembre de 2017

COMO PERROS DE PÁVLOV



El conocido como condicionamiento pavloviano, o condicionamiento clásico, es el que responde al modelo estímulo-respuesta (E-R). Pávlov ideó este modelo partiendo de una serie de experimentos realizados con perros los cuales consistían en que cada vez que ponía comida a dichos canes, estos comenzaban a salivar. Así pues, decidió que cada vez que les pusiera comida, haría sonar una campana, de modo que el perro fuera relacionando la comida con el sonido de la misma. Los perros realizaron una asociación tan profunda entre la comida y el sonido, que empezaron a salivar cuando escuchaban la campana pues sabían que la comida iba detrás. El siguiente paso y culmen de este modelo asociativo de condicionamiento, fue retirar la comida de la ecuación, consiguiendo, que los canes comenzaran a salivar al escuchar el sonido de la campana independientemente de si había comida o no.




Pues bien, en la actualidad, podemos observar cómo este tipo de condicionamiento se está dando en nuestra sociedad cuando algún caso de violencia de género adquiere unas dimensiones mediáticas más allá de lo  habitual. En esto que digo, ya encontramos el primer problema en sí, que no es otro que el considerar que los episodios de violencia de género sean algo habitual... ¡Ahí es nada!, pero por desgracia es así. Cada vez que tenemos ante nosotros un caso de violencia de género de alta trascendencia mediática, éste actúa de campana y  no tardan en llegar los comentarios de estos perros de Pávlov del tipo de "la mayoría de las denuncias son falsas", "fue sexo consentido", "iría provocando", "a quien se le ocurre ir sola con cinco hombres"...

Los episodios de violencia de género, se han vuelto tan habituales, tan parte de nuestra vida ordinaria  que casi no generan estupor en esta sociedad, suceden constantemente noticias de este tipo mientras las observamos impasibles, dándole sólo un valor numérico a la mujer asesinada 39,40,41,42... o considerando esta lacra como sólo una mera estadística relacionada a si se denuncia o no, si el maltratador es español o extranjero o cualquier otra circunstancia. Están tan normalizados estos episodios porque por desgracia es parte de nuestra cultura (patriarcal) y pasan desapercibidos, salvo que se decida que generan audiencia y es ahí cuando los medios de información desinforman y las víctimas son las culpables.

Esta cultura patriarcal tiene mil vertientes pues se expande en todos y cada uno de los ámbitos de la sociedad, economía, política... como puede ser la brecha salarial, los techos de cristal, los vientres subrogados, la prostitución, los feminicidios... El etcétera es tan largo como podamos imaginar, y todo esto se sustenta no sólo en la típica transmisión cultural de padres/madres a hijos/as, algo que es más que evidente, sino también en catálogo de juguetes, series de televisión, películas, música... porque la cultura no sólo se crea, si no que también se transmite y difunde. Obviamente, la difusión de una cultura que veja, que discrimina, que maltrata y que asesina a la mujer por el hecho de serlo es un problema, pero este problema se agrava si vemos que quien lo difunde son medios de comunicación con un alcance casi sideral o -y esto es lo más grave- es la propia "justicia" la que mediante sentencias o procedimientos determinados consigue que cale el patriarcado en nuestra forma de entender las relaciones sociales en lugar de marcar la norma en busca de una sociedad que se aleje de estas prácticas machistas.




En estos días se está hablando mucho (porque se está desarrollando el juicio) del caso de "La Manada", el cual está provocando altas dosis de esa salivación pavliniana a la que me refería con anterioridad. Son muchos, los que como perros van dejando su rastro de saliva por las redes sociales o en charlas de bar celebrando barbaridades como que el juez Juan José Francisco Cobo Sáez no  admita como pruebas unos "whatsapp" de un grupo de violadores pero sí la investigación privada que ha encargado la familia de uno de ellos sobre la vida que llevaba a cabo la víctima tras la violación,  con la clara intención de mermar la credibilidad de su testimonio, como si tuviese alguna relación y como si puntuase positivamente intentar suicidarse o entrar en una profunda depresión http://www.publico.es/sociedad/juez-admite-informe-victima-encargado.html.

También salivan cuando el abogado defensor, pregunta a la víctima que "porqué sólo presentaba lesiones leves después de la agresión", dando a entender que si se hubiese resistido lo suficiente, esas lesiones debieran haber sido más contundentes, o quien sabe, quizás debería haber pasado a ser un número más de esa lista de feminicidios.  https://politica.elpais.com/politica/2017/11/14/actualidad/1510686648_183567.amp.html

Esto que parece un disparate (y lo es), por desgracia no es un hecho aislado en el proceder de la justicia española, pues está en plena consonancia con la pregunta que la jueza Victoria María del Carmen Molina Mancilla hizo el año pasado a una víctima de agresión sexual cuestionando "si había cerrado bien las piernas", realizando de esta forma una ofensiva degradante, humillante y sin ningún tipo de rigor profesional. http://www.elmundo.es/pais-vasco/2016/03/05/56daaed7268e3e754f8b45cb.html

En 2016, el juez del Tribunal Supremo Antonio Salas, puso en duda en su cuenta de Twitter, ese espacio inundado de las babas de los perros pavlonianos, que el machismo cause la violencia de género pues ésta viene dada por "la dificultad de la convivencia y la desigualdad física unidas a la maldad del ser humano". http://www.publico.es/actualidad/juez-del-supremo-considera-violencia.html. Tras decir semejantes barbarides, terminó enalteciendo su hombría, algo, que visto lo visto tampoco es de extrañar.





Pero  esto no queda aquí, este año también hemos visto condenas que muestran lo poco contundente que es la justicia cuando debe enfrentarse a casos de violencia de género, aunque estos sean tan repugnantes como los siguientes:
Por un lado, sólo se condenó a 3 años y 9 meses a un hombre que abusó sexualmente de una niña durante 5 años...  http://www.eldiariomontanes.es/cantabria/201703/08/condenado-tres-anos-nueve-20170308194530.html
Por otro lado, se realizó una rebaja de 10 a 4 años de condena a quien abusó de su prima menor de edad pese a que ya fue condenado anteriormente por abusar de la víctima http://www.20minutos.es/noticia/2995382/0/condenado-cuatro-anos-abusar-prima-ya-agredio-sexualmente-siendo-menor/

Pero aún hay más: la Organización Internacional Women's Link Worlwide celebran cada año la entrega de los Premios Género  y Justicia al Descubierto donde reconocen las mejores y peores sentencias sobre igualdad de género en el mundo. Pues bien, en este 2017, el premio a la peor sentencia, denominado "Garrote del Público" ha sido para España. Concretamente la que rebajó la pena de prisión a un hombre que asesinó a su ex pareja de 30 puñaladas, bajo el argumento de que no hubo ensañamiento... http://cadenaser.com/ser/2017/06/07/sociedad/1496789552_483069.html  ¿da qué pensar, no?

Pese a que hay muchos ejemplos más de lo machista que es la justicia en este país, ya que por desgracia si buceamos un poco por las redes o en Google podremos encontrar mil ejemplos más de sentencias machistas, creo que lo que mejor ejemplifica esta circunstancia es la siguiente fotografía:



Aquí vemos a Felipe de Borbón posando con los jueces que componen el Tribunal Supremo donde como se puede apreciar ¡¡no hay ni una sola mujer!!, dato más que significativo y que nos ayuda a interpretar qué tipo de "justicia" tenemos en España. Por otro lado, el Tribunal Constitucional, está compuesto por 12 magistrados de los cuales 10 son hombres y sólo hay 2 mujeres. Por desgracia, estos datos dejan muy a las claras cómo el machismo corre por las venas de la justicia española, la cual además de tener los ojos vendados, también parece que tiene una balanza tendente a posicionarse en perjuicio de la mujer.

Que el machismo es estructural ya lo sabemos, que el Patriarcado es un sistema que está vigente en cada ámbito de la sociedad, también, así que es por ésto por lo que la justicia debería tomar conciencia de la importancia de la lucha feminista y dejar de actuar como esa campana que condiciona a los perros de Pávlov, que aunque puedan tener apariencia simpática como el de la foto superior, comienzan a salivar en cuanto escuchan ese sonido que afianza al patriarcado también en las sentencias y procedimientos judiciales, consiguiendo de este modo crear un halo de inseguridad y culpabilidad que rodea a las víctimas de estas violencias machistas.

Es evidente que estas víctimas se merecen una justicia que en estos casos apliquen la técnica de juzgar con perspectiva de género y que evite que  la saliva las salpique. Es de una importancia vital que las sentencias judiciales no ayuden al afianzamiento de la cultura de la violación, así como  también resulta  importante que la voz de aquellos perros que producen esa saliva al son de las campanas quede apagada por la de todas y todos las que decimos:


¡No estás sola!





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