lunes, 6 de abril de 2020

EL MAL DE LA IRREALIDAD

Vivimos uno de los momentos más complejos de nuestra historia reciente, quizá el que más. Al menos, de lo que no hay duda es de que no recordamos una situación que pueda equiparase a esta debido a su excepcionalidad. La emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, más conocido como coronavirus, ha situado a nuestro país en una situación extremadamente delicada. 

En primer lugar, en el momento de escribir estas líneas, según los datos que ofrece Centro de Ciencias e Ingeniería de Sistemas (CSSE- por sus siglas en inglés) de la Universidad Johns Hopkins, el número de fallecidos por causa de este virus en nuestro país es de 13.341, mientras que el número de casos de personas contagiadas asciende a 136.675. 

En segundo lugar, a nadie se le escapa que las consecuencias económicas serán realmente profundas, y que el grado de esa profundidad, dependerá mucho, de la política económica internacional que los distintos países decidan aplicar. No en vano, no podemos olvidar que vivimos en un mundo globalizado, hiperconectado y en el que el mercado-mundo es una realidad. En la situación de España, resulta indiscutible que tras la pérdida de soberanía nacional, entregada a estructuras supranacionales como la Unión Europea, las medidas que finalmente se decidan ejecutar en Bruselas, condicionarán en gran medida nuestro futuro. De momento parece que Alemania y Países Bajos sólo están velando por sus intereses nacionales (y de sus élites), mostrándose no sólo insolidarios sino además irresponsables, ya que si bien en primer grado, pueden salir menos perjudicados que los países de la cuenca mediterránea, los conocidos como PIGS, es decir, Portugal, Italia, Grecia y España, a medio plazo, esa globalización difícilmente les hará salir indemnes del futuro económico que se vislumbra tras la pandemia si se sigue aplicando la lógica neoliberal.

Por último y en tercer lugar, también estamos ante una crisis social, que si bien se está vislumbrando, aumentará en breve, especialmente en España, un país donde ésta ya está presente y el espectro político de la derecha y ultraderecha está usando esta crisis para minar la confianza de la mayoría social en el gobierno de coalición progresista entre Unidas Podemos y PSOE, aplicando una línea política tendente al sabotaje y al guerracivilismo.

Obviamente, estamos hablando de una pandemia, que como su propio nombre indica, es una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países, concretamente 184 según la misma fuente y momento (CSSE). Estamos viendo cómo los distintos gobiernos están afrontando la lucha contra el COVID-19 de distintas forma. Mientras que países como el nuestro, España, está tomando medidas audaces, con enfoques innovadores y decisiones valientes, tal y como comentaba Hans Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, otros en cambio, están apostando por primar la economía por encima de la vida de sus compatriotas. Conocidos son los casos del Reino Unido, cuyo viraje respecto a las primeras semanas, se debe a la evidencia de lo que podía suponer seguir por ese rumbo, o EE.UU. cuyo presidente, Donald Trump, sigue empecinado en no "cerrar" la economía de su país, aduciendo que si el número de fallecidos tras la crisis asciende a 100.000-200.000 personas, habrán hecho un buen trabajo. Alucinante pero cierto, esto que escribo no es un "fake", es la realidad.

Y es que tener que discernir entre lo real y la irrealidad se está volviendo en una epidemia capaz de causar daños devastadores y acrecentar las consecuencias del COVID-19. Unas líneas más arriba comentaba que el espectro político de la derecha y ultraderecha de nuestro país, está haciendo un uso político de esta emergencia sanitaria, no para solucionar problemas, sino para poner palos en las ruedas, y si pudiesen, en la cabeza de algún miembro del gobierno. Mientras en Portugal, nuestro país vecino, encontramos al líder de la oposición (el derechista Rui Rio), al dirigirse al presidente socialista Antonio Costa, pronunciar  las siguientes palabras: "Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. Todo lo que nosotros podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es la nuestra", por desgracia, en España lo que encontramos es a una oposición que duda si apoyar la ampliación del Estado de Alarma, como el Partido Popular, eso sí, mientras aporta como soluciones banderas a media asta y monumentos, o que en el peor de los casos anuncia que no lo va a hacer y además pide la dimisión del gobierno como en el caso de Vox. Pero eso no es todo.

Esta política de desgaste de PP y Vox, utiliza la peor de las "herramientas", la irrealidad. Y es la peor porque no sólo ataca al gobierno de la nación, sino al entendimiento de la ciudadanía. La cantidad de "fake news", de bulos, de mentiras que promueven es absolutamente escandalosa, de hecho, el pasado domingo, el Comité Técnico del Coronavirus anunció en rueda de prensa que se habían detectado más de 1.500.000 de cuentas falsas en redes sociales creadas con el único objetivo de desinformar e intoxicar. Son muchos los bulos que están circulando, pero creo que lo importante, no es la cantidad sino la finalidad de los mismos.



Y esta finalidad propagandística, no es otra que la tergiversación del conocimiento para dañarlo y poner en tela de juicio la propia realidad. Y esto, y hay que decirlo, es una de las características propias del fascismo. Sustituir la razón por el miedo y la rabia, generando desconfianza en la población y señalando como responsables de lo que ocurre a quienes se difama. Destruir la información. Acusar a los medios de comunicación de mentir, o de estar "comprados" por el gobierno, suele ser habitual en esta táctica de irrealidad. Aunque desde un punto de vista lógico, sea absurdo que los medios de comunicación vayan a "echar un cable" a un gobierno en el que se encuentre Unidas Podemos, coalición que ha sido denostada por los mismos desde su nacimiento.

Esta propaganda irreal de corte fascista, tiene como finalidad, ocultar el verdadero objetivo de los que la difunden, que no es otro que, como decía anteriormente desgastar al gobierno de coalición progresista de Unidas Podemos y PSOE con el fin de tomarlo. Y probablemente, el concepto de libertad que habita en las democracias burguesas, es lo que les allana el camino, ya que acogiéndose a ella, pareciera que pudiesen decir lo que les plazca, aunque sea falso. Al fin y al cabo, Joseph Goebbles, ministro de Propaganda nazi, afirmó en una ocasión: "Unas de las mayores bromas de la democracia siempre será que les dio a sus más acérrimos enemigos los medios necesarios para destruirla". Si se sigue dando rienda suelta a la irrealidad, y no se combate, la realidad será absolutamente insoportable.

Y el combate a la irrealidad, no sólo reside en no difundirla, sino en ser, pese a que a algunos les pese, constitucionalista, pues la Constitución Española, es muy clara al respecto, ya que en el apartado D del artículo 20.1 dice lo siguiente al referirse al derecho de libertad de expresión: "A comunicar o recibir información veraz por cualquier medio de difusión.

Así pues, ante la desinformación, los bulos, la intoxicación y las mentiras de la derecha y la ultraderecha, parapétense en la razón, el conocimiento y la ciencia, porque el coronavirus, no es la única epidemia contra la que debemos luchar. Adquieran el hábito de Machado y distingan las voces de los ecos.

#EsteVirusLoParamosUnidos



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